Rachael Knappier asistió a una «fiesta de bótox«, es decir, una reunión en donde un grupo de amigas acuden para recibir inyecciones de bótox en diferentes zonas del cuerpo. Con lo que no esperaba, es que la mala aplicación del bótox en sus labios, la llevó a casi perder su labio superior.
Esa noche, tras haber sido inyectada en los labios con bótox, la joven inglesa de 29 años sintió un intenso dolor.
Más tarde dejó de sentir sus labios. «Los tenía de un tamaño que nunca había visto», dice Knappier.
Contó que en ese momento llamó a la esteticista que le había aplicado el tratamiento.
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