Enrique Aranda
Dos millones de mexicanos marcharon en 130 localidades de todas las entidades para reclamar el respeto a los derechos de la familia natural y la adopción de políticas públicas en beneficio de ésta.
Inoportuna e inexplicable, como la calificamos al referir su presentación en la residencia oficial de Los Pinos, en el marco de los festejos por el Día Mundial contra la Homofobia, la iniciativa presidencial orientada a equiparar la unión entre personas del mismo sexo con el matrimonio tradicional e imponer (a espaldas de los padres de familia incluso) la llamada “ideología de género” desde la escuela, arrojó un resultado seguramente indeseado para sus promotores: despertar y poner en pie de lucha a una sociedad, a la clase media en particular, habitualmente renuente y hasta omisa, cuando de tomar en sus manos la defensa de valores y/o derechos se trata.
Luego de que, en el breve lapso de apenas 15 días, cerca de dos millones de mexicanos marcharon en 130 localidades de todas las entidades —aproximadamente 400 mil ayer en la naciente Ciudad de México, según los organizadores— para, entre otras cosas, reclamar el respeto a los derechos de la familia natural, la adopción de políticas públicas en beneficio de ésta y, en definitiva, a ser considerados en el debate sobre la polémica propuesta, lo primero que habría que decir es que, al margen de otras consideraciones, la misma resultó contraproducente para quienes, tradicionalmente, apuestan por una sociedad adormilada y poco participativa.
Ayer, arropados por un eficiente operativo de seguridad desplegado por las policías capitalina y federal, que inhibió riesgos de confrontación con los poco menos de un millar de integrantes de la comunidad lésbico-gay que, al igual que los convocados por el Frente Nacional por la Familia, se dieron cita en el emblemático Ángel de la Independencia, los miles de marchistas exigieron el inmediato retiro —“no sólo sea congelada…”— de la propuesta del presidente Enrique Peña Nieto, sino también la aprobación de la iniciativa ciudadana de reformas al artículo 4º constitucional entregada al Congreso, con el apoyo de más de 260 mil firmas.
Adicionalmente, anunciaron su decisión de convertir el actual Frente Nacional en un movimiento cívico permanente, plantearon la solicitud de un encuentro “de tú a tú…” con el jefe del Ejecutivo y, entre otras muchas cosas, la inmediata revisión de la legislación vigente y de los contenidos en libros de texto que, “más que enseñar biología (a niños y jóvenes) pretenden imponer una ideología…”, un contenido definido a nivel de organismos internacionales e impuesto a su vez al gobierno federal, en el marco de la incorporación de México al grupo de 20 naciones promotoras de la política del denominado sexo-generismo.
A la vista entonces lo ocurrido ayer —“desde el 17 de mayo en que se presentó la iniciativa…”— y, más específicamente, el (indeseado) fruto cívico de la misma, más de uno en los tres niveles de gobierno donde la pretensión de ignorar a la sociedad en la toma de decisiones o, también, en los partidos y entre un buen número de políticos (tan) afectos a intentar engañar con discursos demagógicos y faltos de compromiso, comenzó a preocuparse…
ASTERISCOS
* A la par que en la capital de la República ayer, vale destacar, activistas e integrantes de organizaciones civiles pro-familia en Madrid, Budapest, Washington, Santiago de Chile, Roma, Quito, Buenos Aires y Bogotá recolectaron firmas contra la propuesta presidencial que, luego, entregaron en las respectivas representaciones diplomáticas del país.
* Bien recibida, la designación que en favor del exsecretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y, hasta ahora obispo auxiliar en Puebla, Eugenio Lira Rugarcía, hiciera el papa Francisco, como nuevo titular de la diócesis de Matamoros. Su arribo a la localidad tamaulipeca se concretará apenas llegue al país el nuevo nuncio Franco Coppola.
Veámonos aquí mañana, con otro asunto De naturaleza política
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