Primero que de libros, fui A?vido lector de a�?pepinesa�? (en Tula les llamA?bamos monitos, revistas o cuentos), uno de los elementos mA?s caracterA�sticos de la llamada cultura pop de los tiempos de mi niA�ez. A?Pero quiA�n podrA�a sustraerse en aquellos dA�as a la fascinaciA?n de los a�?monitosa�? cuando no tenA�amos televisiA?n, el cine era mA?s bien ocasional y para comprar libros tenA�amos que trasladarnos a Victoria o a San Luis?
Aunque recuerdo que no era muy bien vista esta actividad por nuestros padres y maestros, pues a�?nos distraA�a, nos mal influenciaba y nos quitaba el tiempoa�?, sA� reconozco que leA� una considerable cantidad de revistas, muchas veces subrepticiamente, y acepto que por ello crecA� bajo su influencia, pero para mA� fue buena, pues una parte importante de mi bagaje informativo acerca de diversos temas le adquirA� de ellas. Y es que mi generaciA?n recibiA? de lleno la formidable influencia de la A�poca de oro del a�?comica�? mexicano (1934-1948) que provocA? el a�?booma�? en el surgimiento de nuevas editoriales y, por ende, de infinidad de revistas ilustradas (1949-1963). A?CA?mo sustraerte a ello si el mercado prA?cticamente se vio colmado de historietas de toda A�ndole? Los aficionados de corazA?n a las revistas estA?bamos ansiosamente a la espera de la llegada del autobA?s que llegaba de San Luis a de la cuatro de la tarde, al lado del intermediario que tambiA�n esperaba, para ser los primeros en adquirir los nuevos nA?meros de A�stas.
Muchos aA�os despuA�s, cuando la Familia BurrA?n de don Gabriel Vargas, que es la publicaciA?n mA?s longeva del mundo con mA?s de sesenta aA�os de publicaciA?n, ganA? premios a nivel mundial en Nueva York; en 1987 la emisora Radio EducaciA?n grabA? 30 episodios radiofA?nicos dedicados a estos personajes y el Servicio Postal Mexicano les dedicA? una estampilla en 2004, como parte de la serie «La caricatura en MA�xico», ilustrada con Borola Tacuche, me dije y les dije: a�?A?A?Ya ven como no andaba tan mal encaminado?!a�?
En aquellos dA�as infantiles, solA�amos organizar cA�rculos de intercambio de a�?monitosa�?: Juan Pablo Alfaro Mata, Antonio Pucho GarcA�a Lara y un jovencito veinteaA�ero que ya era profesor. Ellos tres eran de los mA?s asiduos de mi grupo (recuerdo que un dA�a, como me sentA�a confiado porque intercambiA?bamos a�?comicsa�?, llevA� algunos a la escuela. Mala idea: ni tardo ni perezoso, el profe me los confiscA?. Y entendA� que una cosa era la gimnasia y otra la magnesia. Aunque creo, dada mi innata rebeldA�a y sentido de justicia, que primero me debiA? haber advertido para que no lo volviera a hacer y si reincidA�a, pues entonces aplicar la nueva ley. Y digo asA� porque, que yo supiera, no habA�a prohibiciA?n alguna de llevar revistas a la escuela, pero donde manda capitA?n no gobierna marinero y nada de rajaderas en casa porque eso sA� que era mal visto en aquellos tiempos en que el maestro era la ley casi absoluta en el salA?n de clase, aunque de repente A�sta ley se aplicase injustamente).
En aquella A�poca, las revistas costaban un peso, pero A�ste equivalA�a a la vigA�sima parte de un salario mA�nimo, asA� que era mA?s que obligado coleccionarlas y luego salir con un altero bajo el brazo a buscar intercambio hasta que ya de tanto llevarles y traerles: o la historieta ya habA�a sido leA�da por todo mundo o se desbarataba de tanta sobada, pero para cuando eso ocurrA�a, ya bien que habA�a valido la pena el precio que se pagaba por ella.
Luego, a Elpidio RamA�rez, vendedor de deliciosas raspas se le ocurriA? redondear su negocio con el alquiler de revistas. A?QuiA�n, de nuestra generaciA?n y estrato social, aficionado a la lectura popular, no se acuerda de aquellas tardes en que armados de un peso (mejor leer cinco que ser dueA�o de una), llegA?bamos felices al galerA?n color verde pA?lido del susodicho en la placita del mercado? A veinte centavos el alquiler. Si llevabas, ademA?s, lo de una gozosa raspa de leche (sirope color rosa mexicano de sabor inolvidable) eso ya era un lujo.
Imaginemos el placer: La delicia del raspado, el clima adecuado, el silencio casi absoluto en aquella improvisada a�?biblioteca revisterila�? con mecates colgando repletos de ejemplares montados en ellos para una fA?cil selecciA?n, segA?n tu gusto o A?nimo al momento: Fantomas, La amenaza elegante, culta e informativa; Flash, Superman, Batman, Linterna verde, ficciones y aventuras fantA?sticas; MemA�n PinguA�n y su maa�� linda (de pingo y no PingA?A�n, como, equivocadamente, decA�amos), la obra mA?s conocida de Yolanda Vargas DulchA� a?�aunque no se queda atrA?s a�?LA?grimas, Risas y Amor, especialmente en la temporada de la peligrosa, exA?ticamente hermosa y casi prohibida Rarotongaa?�. En otras revista mexicanas disfrutA?bamos de las aventuras de El Santo, El Valiente, El Charrito de oro, metiendo en cintura a forajidos, momias y monstruos (por cierto de esta A?ltima revista saliA? el nombre de la mayor de mis hermanas: Alma, pues asA� se llamaba la niA�a que, en compaA�A�a de Bizbi, acompaA�aban al pequeA�o hA�roe en sus aventuras y yo me empeA�A� en que mi hermanita se llamara asA�). A?Y TarzA?n y Tawa?, el dominio absoluto de la naturaleza; Rolando el Rabioso y su escudero Pitoloco que era una divertida caricatura de crA�tica social, parodia de Orlando el furioso un poema A�pico caballeresco escrito por Ludovico Ariosto y cuya redacciA?n definitiva se publicA? en 1532.
Con Hermelinda Linda; la brujerA�a en su mA?s pA�cara representaciA?n, tanto que en un inicio estuvo prohibida, pero luego se convirtiA? en A�xito tan formidable que, segA?n Oscar GonzA?lez Guerrero, uno de sus creadores, salvA? de la quiebra a la empresa editorial que le publicaba y permitiA? que nacieran BurrerA�as con Aniceto Verduzco y Platanares, Las aventuras de Viruta y Capulina y El tA�o Porfirio, entre otras mA?s.
No puedo dejar de aludir a Los Supersabios; los inventores aficionados, pero no por ello menos ingeniosos: Paco y Pepe que, en compaA�A�a de su amigo Panza PiA�A?n, se enfrentaban al terrible villano, cientA�fico loco; Solomillo. Esta revista, que tambiA�n fue llevada al cine en la dA�cada de los setenta, fue la buena respuesta mexicana a las revistas de ciencia ficciA?n norteamericanas.
Y cA?mo no mencionar Leyendas de la Colonia, la que leA�a tomA?ndole apenas con la punta de mi A�ndice y pulgar, especialmente cuando le a�?disfrutabaa�? por las noches ya estando en mi cama. Sus imA?genes eran tan macabras que no deseaba que mis dedos tuviesen contacto con ellas, no fuera a ser que con ello les diera vida y se me aparecieran en esos momentos aquellos terrA�ficos y descarnados esqueletos que pululaban por sus pA?ginasa�� pero habA�a que leerle, pues era un reto para todo niA�o a�?valerosoa�?.
Nueva menciA?n, y muy especial, merecen la egregia, ingeniosa, dominante, transa, tramposa, divertida y, al mismo tiempo, bondadosa y solidaria; protectora de los mA?s jodidos de la vecindad ubicada en el CallejA?n del Cuajo; doA�a Borola Tacuche de BurrA?n (que hasta una oda le ha dedicado algA?n poeta) y su familia: Macuca, Foforito; Regino chico y el A�nclito, honrado, hombre a carta cabal, inteligente; todo un modelo de virtudes; Don Regino BurrA?n, la antA�tesis y, a la vez, complemento de la doA�a.
A la seA�ora BurrA?n debemos, que no a su familia, pues ellos eran sumamente educados, tradicionales frases de la cultura mA?s popular de MA�xico: a�?A mover el bigotea�?; a�?estA? de rechupetea�?; a�?estA? bien chipocludoa�?; a�?pA�cale los oclayosa�?; a�?vete de voladaa�?; a�?mira nomA?s quA� cuchitrila�?; a�?estuvo a todo mecatea�?; a�?la traicionera vidorriaa�?, entre otras.
No puedo dejar pasar el comunicado de la SecretarA�a de Cultura que con motivo del 92 aniversario del nacimiento de don Gabriel Vargas, el 24 de marzo de 2010 publicA? y cuyo final transcribo fielmente:
a�?Si en el futuro alguien quiere conocer a la sociedad de la segunda mitad del siglo XX y parte del XXI, creo que la mejor fuente serA? recurrir a una historieta de la familia BurrA?n. Se cumplen 92 aA�os del natalicio de Gabriel Vargas, pero tambiA�n del primer gran reportero de nuestra sociedad, que supo traducir en diA?logos y trazos todo aquello que lo conmovA�a, frustraba y apasionaba de nuestros barriosa�?.
Y no podrA�a dejar de mencionar Vidas Ejemplares y sus santos modelos de virtudes, y Tesoros de Cuentos ClA?sicos; la santificaciA?n y la cultura en formatos populares que, al leerlas, lavaban un poco nuestras culpas y limpiaban nuestras conciencias.
En 1964, apareciA? la creaciA?n del caricaturista y crA�tico social Eduardo del RA�o Rius; Los Supermachos de San Garabato, Cuc. su insigne Caltzonzin y su amigo Chon Prieto, de profesiA?n desconocida (aunque A�l decA�a que era tA�cnico en paisaje), borracho del pueblo. Su lugar favorito era la pulquerA�a, donde bebA�a pulque directamente del barril, mientras se sumergA�a en A�l.
Con su extraA�a relaciA?n con la Iglesia y la sociedad a travA�s de su interactuar con doA�a Emerenciana, la beata del pueblo y don Perpetuo, el sempiterno alcalde; Caltzonzin y Chon, combinando el humor con la polA�tica, nos introducA�an a la vida de la rebeldA�a social. Buen intento de Rius, pues esta historieta es uno de sus mayores A�xitos, tanto que, inusitadamente, alcanzA? un tiraje semanal de 250 mil ejemplares. Cosa que no le pareciA? bien al gobierno y Rius fue presionado por A�ste quien terminA? quitA?ndole sus personajes. Del RA�o, como respuesta a ello, se vio obligado a crear otros, muy similares y al mismo tiempo diferentes: El peladito y curioso Reuter NopA?lzin; el brillante y comprometido polA�tico, el profesor Gumaro Asecas; los brutos, rudos y torpes, Cambujo y Bedoyo, brazos policA�acos preventivos y secretos de Trastupijes, el gran licenciado, el demagogo, el cacique que representa la corrupciA?n de la autoridad. Y don Ruco y don CA�firo, dignos representantes de la holgazanerA�a; el abusivo y cA�nico tendero, don Falangino; la beata doA�a Tecla y don MatatA�as, el filA?sofo que se volviA? loco de tanto pensar y con ellos fundar un nueva historieta: Los Agachados, revista que ha sido la clave para entender la gran producciA?n editorial de Eduardo del RA�o, pues en ella abordA?, de 1968 a 1981, temas de toda A�ndole: desde polA�tica, religiA?n, educaciA?n sexual, mA?sica, deportes, economA�a, filosofA�a, historia, ecologA�a, vegetarianismo, naturismo, hasta fA�sica, y mA?s.
Las revistas de Rius eran todo un tratado de sociologA�a; eran el vivo retrato de nuestra decadente sociedad y cada una, a su manera, nos mostraban sus virtudes, vicios y debilidades.
A?Y las aventuras de adolescentes de secundaria en Archie y sus amigos? Un mundo muy diferente al nuestro, una revista que nos iniciaba en el ya prA?ximo mundo de un consumismo inaudito y A?el simpA?tico Club de Tobi en La pequeA�a LulA?? En ella me llamaba mucho la atenciA?n la rara costumbre norteamericana, para mA�, de le existencia de un policA�a escolar que traA�a entre ceja y ceja a los faltistas de la escuela (Tobi y sus amigos, los principales). Pero estos siempre salA�an triunfantes de aquellos A�picos enfrentamientos.
Un tanto diferente fue el descubrimiento de Silver Kane (Francisco GonzA?lez Ledesma), a Lou CA?rrigan (Antonio Vera RamA�rez), espaA�oles ellos, que no gringos, sA?lo su seudA?nimo lo era, en la serie literaria de las novelas del oeste (que se hacA�a extensiva a la ciencia ficciA?n, a las historias policiacas y a las romA?nticas) a travA�s de mi padre, don Jorge.
Libritos de bolsillo de 120-200 pA?ginas (habA�a dA�as que leA�a hasta tres) de una literatura modesta, sA?lo para entretener, pero que a mA� me iniciA? en la lectura de literatura mayor, y que no era muy socorrida por la gran mayorA�a porque no tenA�a a�?monitosa�?, pero a cambio te permitA�a ejercer con cierta libertad el que tA? mismo a�?dibujarasa�? en tu imaginaciA?n, paisajes, escenarios y personajes.
SA�. No podrA�a ser yo un ingrato y despectivo fustigador del a�?comica�? por pretender un falso purismo que en mA� no existe, sia�� A?vaya que disfrutA� de ellos a plenitud en una infancia que no cambiarA�a por ninguna otra!
Con este breve recuerdo, saludo a las a�?generaciones del comica�?. SA� que les provocarA� algunos bellos recuerdos, y tambiA�n sA� que se me escaparon infinidad de tA�tulos mA?s, pero sA?lo tomA� los que estaban mA?s a la mano en mi ya escuA?lida memoria.
Nuevo Laredo, Tam. 15 de noviembre de 2016, uno de esos dA�as en que no tengo mucho quA� hacer, mA?s que disfrutar del recordara��
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